El acoso psicológico en el trabajo o «mobbing» es considerado un severo estresor psicosocial, que puede afectar seriamente el funcionamiento cotidiano de aquellos que lo padecen. Distintos estudios han puesto de manifiesto que el acoso psicológico se encuentra fuertemente relacionado con diferentes problemas de salud, como por ejemplo alteraciones del sueño, ansiedad, problemas psicosomáticos, irritabilidad y depresión (Brodsky, 1976; Leymann, 1992; Mikkelsen y Einarsen, 2002; Zapf, Knorz y Kulla, 1996). Otros efectos comunes del padecimiento del mobbing son la apatía, la indefensión y los sentimientos de desesperanza. No es de extrañar que algunas víctimas sientan que su salud, tanto física como mental, se encuentra arruinada y que nunca volverán a funcionar con normalidad (Leymann, 1996).
Más allá de los síntomas mencionados, las víctimas de mobbing pueden padecer trastorno por estrés postraumático (TEPT). Diversos estudios han señalado que entre las víctimas de acoso, la probabilidad de padecer TEPT es elevada (Mikkelsen y Einarsen, 2002; Tehrani, 2004). Basándose en observaciones clínicas, Leymann y Gustafsson (1996) encontraron que el TEPT constituía el diagnóstico adecuado de aproximadamente el 90% de una muestra de 64 víctimas de acoso.
En los últimos años se ha desarrollado un interés creciente por la importancia de los aspectos cognitivos (creencias) en la respuesta al trauma (Ehlers y Clark, 2000; Foa y Riggs, 1995; Janoff-Bulman, 1989). De acuerdo con el planteamiento de Janoff-Bulman (1992), los eventos traumáticos atacan directamente el sistema cognitivo de los sujetos. Las creencias acerca de la invulnerabilidad personal, la ilusión de control personal, la creencia en un mundo benevolente y con significado nos proporcionan sensación de estabilidad y control.
Cuando la persona se encuentra expuesta a acontecimientos traumáticos, las víctimas toman conciencia de la fragilidad del sistema cognitivo sobre el que basan sus vidas (Janoff-Bulman y Frieze, 1983). Puesto que necesitamos estabilidad en nuestro sistema conceptual (Epstein, 1985), este abrupto ataque a nuestras creencias básicas puede derivar en una intensa crisis psicológica, o como acertadamente señala Janoff-Bulman, a la desintegración de nuestra comprensión de la realidad: «La esencia del trauma es la abrupta desintegración de nuestro mundo interior» (Janoff-Bulman, 1992, p. 63). De esta forma, las personas ven como sus expectativas y mecanismos de control, hasta entonces eficaces, quedan inutilizados. En este proceso, algunas víctimas son capaces de reconstruir un nuevo y más adecuado sistema de creencias de acuerdo a su nueva situación, otras presentan enormes dificultades al respecto y algunas desarrollan TEPT. A pesar de ser esta una línea de investigación de gran interés y con evidentes implicaciones prácticas, hasta el momento no ha recibido la atención suficiente.
La muestra del presente estudio está constituida por 366 participantes, divididos en dos grupos. Un grupo de 183 víctimas de acoso psicológico en el trabajo. Son personas que han demandado asistencia o ayuda a alguna asociación o plataforma contra el acoso. Siguiendo una definición de acoso psicológico, todos se consideran víctimas de mobbing y cumplen los criterios temporales que se tienen en cuenta para concebir una situación como mobbing: las conductas de acoso deben tener lugar de manera frecuente (por lo menos una vez a la semana) y durante largo tiempo (por lo menos seis meses) (Einarsen, 2000; Leymann, 1992). De la muestra de sujetos acosados, el 54.1% señala estar en la situación de acoso desde hace más de dos años. Todos los sujetos incluidos en este grupo habían estado expuestos a estrategias de acoso de forma sistemática.
Y un grupo control, compuesto por 183 trabajadores. Ninguno de ellos se consideraba acosado ni tenía relación con ninguna plataforma o asociación contra el acoso. Además, ninguno de ellos informó haber padecido de forma frecuente ninguna de las conductas típicas de acoso, ni cumplía ninguno de los criterios temporales expuestos.
Los resultados obtenidos en el presente estudio muestran que las víctimas de acoso psicológico presentan una gran probabilidad de experimentar sintomatología de estrés postraumático. El 42,6% de las víctimas cumple los criterios diagnósticos del DSM-IV. Se hallaron diferencias significativas con relación al género en todos los criterios diagnósticos del TEPT. Según los resultados obtenidos, las mujeres tienen mayor probabilidad de padecer TEPT, el 49% de las mujeres cumplen los criterios diagnósticos del TEPT frente al 35,3% de los hombres.
Diferentes aproximaciones han intentado dar respuesta a la aparición del TEPT tras la vivencia de un acontecimiento traumático, siendo la teoría cognitiva del trauma uno de los enfoques que mayor aceptación ha recibido. Un segundo objetivo de la investigación era estudiar si existen diferencias en las creencias acerca del mundo y de sí mismos en víctimas de acoso y el grupo control que no ha sufrido ese tipo de abusos. Los resultados muestran claramente que las víctimas de acoso mantienen una concepción más negativa del mundo, de los demás y de ellos mismos que las personas del grupo control. |
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A un nivel conceptual, estos resultados son consistentes con el modelo cognitivo propuesto por Janoff-Bulman (1989) sobre la psicología del trauma. Parece que la creencia en un mundo benevolente y con significado, la ilusión de invulnerabilidad y control personal, la creencia en que se puede confiar en los demás, la imagen y autoconcepto de las víctimas de acoso queda severamente dañada, como consecuencia de la experiencia del acoso psicológico en el trabajo. Por lo tanto, parece que muchas de las reacciones de las víctimas de acoso y en especial el TEPT, podrían derivar no sólo del padecimiento del mobbing, sino también de la destrucción de las creencias y concepciones básicas sobre el mundo.
El acontecimiento traumático presentaría un tipo de información incompatible con los modelos mentales existentes de comprensión del mundo (Horowitz, 1975). Esta ruptura cognitiva contribuiría a generar en el sujeto un profundo estado de desesperanza e indefensión, ya que los esquemas previos resultarían ineficaces para interpretar la situación de acoso.
Los hallazgos del presente estudio plantean importantes cuestiones prácticas. Nuestros resultados ofrecen algunos datos que, probablemente, pueden ayudar tanto en el diagnóstico como en el posterior tratamiento de las víctimas de acoso psicológico. Desde un punto de vista terapéutico, un diagnóstico acertado, tanto de la dolencia como de los efectos inmediatos, resulta crucial para una posible recuperación (Ravin y Boal, 1989). En este sentido, la perspectiva desde la que se enfoca el presente trabajo parece bastante útil ya que se ha comprobado que el tratamiento cognitivo-conductual es uno de los procedimientos más eficaces para aliviar la sintomatología del TEPT (Báguena, 2001). Por otra parte, la evaluación del daño que han sufrido las víctimas de mobbing también es muy relevante para poder tipificar los daños a la hora de establecer una posible compensación o determinar una incapacidad laboral (Echeburúa et al., 2002).
Este trabajo forma parte del trabajo de tesis doctoral de Alfredo Rodríguez Muñoz. El informe completo de la investigación puede solicitarse a los autores en la siguiente dirección: alfredo.rodriguez@uam.es
Fuente: infocop.es